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Este texto está escrito antes de que se lleve a cabo la encuesta propuesta por la virtual presidenta Claudia Sheinbaum y organizada por el partido Morena, donde se consultará a la ciudadanía respecto al sistema de justicia en nuestro país.
De acuerdo con Sheinbaum y Mario Delgado, dicha consulta se haría el fin de semana. ¿Alguien supo algo?, yo tampoco.
Esta propuesta no es del todo apoyada por Andrés Manuel López Obrador, quien asegura que el tema está suficientemente discutido y es ‘por todos conocido’ y que, en pocas palabras, va porque va, debido a que el Poder Judicial está podrido y lleno de corrupción.
¿Por qué destacar que este texto está escrito antes de la consulta? No es porque sea futurólogo o tenga una bola de cristal, sino más bien porque ya conocemos los resultados y me atrevería a decir casi palabra por palabra: “en el Poder Judicial hay mucha corrupción y el pueblo quiere haya una reforma para transformarlo”.
En referencia a palabras dichas hace unas semanas, la encuesta es solo un trámite para cumplir con la ordenanza que llegó desde Palacio Nacional. En menos de una semana, se ordenó, se propuso, se organizó y se resolvió.
Es cierto que algunos ministros de la Suprema Corte ya se han pronunciado, que el Consejo de la Judicatura y muchos organismos de impartición de justicia se han dicho dispuestos al análisis y a que se escuchen todas las voces. Es cierto que el Poder Judicial es perfectible y se necesita reformar; pero también es cierto que solo en un país del mundo, los ministros son elegidos por elección popular (y no les ha ido nada bien) y establecer mecanismos tan laxos, podrían abrir la puerta a todos esos “intereses creados” que lleva diciendo López Obrador desde hace 20 años para que se haga su voluntad o peor aún, que solo se deba al interés del Poder Ejecutivo y se pierdan los contrapesos.
Claudia Sheinbaum se encuentra a tres fuegos que hay que enfrentar: su propia propuesta de reforma, la maldita intromisión en todo de López Obrador y cargar con el lastre de Arturo Zaldívar.
Cuando uno lee la iniciativa del que será el nuevo gobierno, se destacan propuestas como la separación del Consejo de la Judicatura Federal en 2 órganos independientes y donde se cree un Tribunal de Disciplina, a fin de que los juzgadores también puedan ser revisados y con ello se deshaga de ese círculo vicioso que ha creado cotos de poder en todo el sistema de justicia mexicano.
No es un secreto que, en cualquier plática familiar, de trabajo, etc., nadie se siente seguro, confiado y/o representado por el actual sistema de justicia. Directa o indirectamente, todos hemos enfrentado momentos donde las influencias o el dinero, es la única forma de salir de algún vericueto judicial.
Desde aquel que tiene que pagarle al policía de tránsito que lo detuvo sin motivo, solo para que “lo dejemos ir” y “no pague las multas que están bien caras y quitan tiempo”, hasta el negocio o la mega empresa que quiere establecerse y que sabe que en su presupuesto tiene que considerar una parte para el ‘moche’ para el papeleo.
El nacimiento de un modelo nacional de fiscalías, reformar la justicia a nivel local y hacer efectiva la justicia pronta y expedita, son otros de los elementos que, -revisados a profundidad- resultarán efectivos para si lograr un cambio en ese poder de la Unión. Eso es lo primero que la virtual presidenta electa tendrá que defender.
¿Pero cómo hacerlo?, tarde o temprano, Sheinbaum tendrá que marcar una línea con Andrés Manuel López Obrador y mostrar que ella será la presidenta. Sacudiéndose a López Obrador, también se sacudirán todas las especulaciones respecto a que es una calca o será un títere controlado desde el rancho de Palenque.
Si algo se ha declarado infinidad de veces en este sexenio es la autoridad moral de ciertos personajes que, pese a tener un pasado de miedo, parece que, al ser tocados con el halo bendito de Palacio Nacional, ya son limpios y puros.
En ese contexto y hablando de sacudir, Claudia tiene cargando un lastre llamado Arturo Zaldívar, el exministro señalado por vínculos con extorsiones y malos manejos dentro de la Suprema Corte cuando la presidió, apoyado de personajes oscuros como Carlos Alpízar, que negociaba “ayudas” a cambio de pagos millonarios.
Zaldívar tuvo el mal tino de no tener ese pasado innombrable, sus fechorías ocurrieron en este sexenio y parece que con el halo bendito no será suficiente. Su aprobación está al nivel de personajes como Hugo López-Gatell, que pasará a la historia con más pena que gloria y -confiamos- tarde o temprano tendrá que enfrentar a esa justicia tan necesaria.
Ya no es momento de echar culpa al pasado porque ese pasado son ellos mismos. Ya no es momento de la loca idea de que lo importante no es cargo sino el encargo o el 100% lealtad y 0% capacidad.
En este espacio hemos insistido que se debe dar el beneficio de la duda al nuevo gobierno, no especular ni generar temores innecesarios, sin embargo, la futura presidenta tiene la responsabilidad de actuar, marcar y defender sus diferencias.
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