Patricia Mayorga: ser periodista y resistir desde el exilio

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16 de noviembre del 2017. Se desarrolla la ceremonia del Premio a la Libertad de Prensa Internacional, y la actriz Meryl Streep toma la palabra para anunciar el nombre de la persona que ese año será laureada con tan sofisticada presea: “en reconocimiento por su entrega a la prensa libre en México y en el mundo es un gran honor para mí presentar a la ganadora del Premio a la Libertad de Prensa Internacional: Patricia Mayorga”, pronuncia la tres veces acreedora al Oscar para después cederle la palabra a la periodista mexicana.

Para Mayorga recibir ese galardón fue un choque. Está en Nueva York pero hace pocos meses atrás estaba en Chihuahua reporteando la Sierra Tarahumara, escribiendo sobre la violencia ejercida en una tierra herida, escribiendo sobre corrupción, narcotráfico, impunidad y prestando su oído y libreta a decenas de indígenas que estaban siendo arrancados de sus tierras.

Está en Nueva York, pero hace unos meses atrás estaba en Chihuahua, su hogar del que ella misma fue desplazada. Después de que asesinaran a su colega Miroslava, la realidad le llegó de golpe y se enteró de pronto que ejercer su profesión en una tierra sin ley, era como cavar su propia tumba.

Miroslava Breach indagaba, investigaba y promovía el periodismo de derechos humanos desde la Sierra Tarahumara. Escribía de narcotráfico y de corrupción hasta que un día la mató una bala, una que Mayorga, ya arriba del avión rumbo a Perú, país a donde fue desplazada gracias al apoyo del Comité para la Protección de los Periodistas, sintió que le pasaba por un lado. Y es que ella, al igual que Breach, también indagaba, investigaba, y escribía sobre la corrupción y la violencia que se ejercía en la Sierra Tarahumara. Por eso, varios colegas, incluso autoridades, le pronunciaron que se fuera, que huyera, porque muy probablemente, si seguía indagando, la próxima bala sería dirigida hacia ella.

“Vengo de una tierra herida en la que aprendimos a vivir con el dolor extremo y la injusticia se hizo costumbre. De un país en el que campea la narcopolítica y la necropolítica, conocemos perfectamente el riesgo y algunos han optado por cumplir con su deber. Dos meses antes de que la asesinaran en el estado de Chihuahua, Miroslava Breach y yo nos preguntamos por qué seguíamos, ella se negaba a ser cómplice y yo a no defraudar a la gente que ha confiado y puesto su última esperanza en el periodismo. Miroslava tenía claro el riesgo de investigar la narcopolítica, sobre todo en la sierra Tarahumara donde controla el crimen organizado desde hace años, allá, donde lo cotidiano es el desplazamiento forzado, las desapariciones, las muertes y el silencio cómplice. Contra toda lógica y en un estado de indefensión para los periodistas en México, era necesario seguir, y seguimos”, pronuncia en su discurso la periodista mexicana al recibir el prestigiado premio.

16 de agosto del 2024. Patricia Mayorga arriba a La Laguna para ser parte de los festejos del tercer aniversario de Heridas Abiertas, un medio independiente que genera y divulga trabajos periodísticos que se enfocan en el rescate, preservación y visibilización de la memoria. Pasadas las 10 de la mañana, la periodista comparte con alumnos de la Universidad Iberoamericana de Torreón su conferencia “Reportear la Sierra Tarahumara: historias de dignidad”, donde se genera un diálogo entorno a la labor periodística que ha realizado en medios como Proceso y El Diario de Juárez, así como también a través del medio independiente Raíchali, del cual es cofundadora.

Al escucharla, los presentes en el auditorio donde se sucede la charla, nos damos cuenta de que Mayorga ha sido una voz crucial en la defensa de la verdad y en la exigencia de justicia, no sólo para las víctimas de la violencia, sino también para sus colegas periodistas que han sido atentados en el ejercicio de su profesión. Como dato: sólo en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se contabilizan 47 profesionales asesinados. 

Pero…en medio de la adversidad, su trabajo también nos recuerda la importancia del periodismo como herramienta para el cambio social y como un pilar fundamental en la construcción de una sociedad más justa y transparente. Porque a pesar de las amenazas y del exilio, Mayorga sigue siendo un ejemplo de la importancia de la libertad de prensa y del papel fundamental que juegan los periodistas en la defensa de la democracia y los derechos humanos.Al término de su conferencia, este diario la aborda para tratar de entender lo que significó ser una periodista mexicana que resistió desde el exilio.

Mayorga sostiene que la mejor forma de reivindicar un periodismo digno o con
enfoque de derechos humanos es ejerciéndolo. (ARCHIVO)
Mayorga sostiene que la mejor forma de reivindicar un periodismo digno o con
enfoque de derechos humanos es ejerciéndolo. (ARCHIVO)

¿Cuál fue el primer momento en que te diste cuenta de que ejercías una profesión de riesgo?

Cuando me exiliaron. Obviamente cubrir temas de violencia me acarreó temas emocionales muy fuertes, pero yo no lo veía así, es como la parábola de la rana que la meten al agua tibia, y le van subiendo la temperatura y no siente nada, creo que maso menos eso me pasaba a mí. Si buscaba terapia pero de alguna manera decía ‘no, esto no me funciona, esto no es para mí’. Hubo momentos en que me tocó presenciar retenes en la sierra Tarahumara, pero me negaba a nombrar el miedo. No me daba el derecho de reconocer mis emociones, sobre todo el miedo y la culpa. Una vez en Creel nos tocó un fuego cruzado, pero como estaba con toda la gente y a toda la gente le pasaba igual, cuando me iba y veía que ellos se quedaban ahí, mi mentalidad era de decir ‘no me estaba pasando a mí’, y no vinculaba al periodismo como una actividad de riesgo. Más bien cuando matan a Miroslava, sí fue muy duro porque sentí que la bala me había pasado por un lado, y ahí es cuando piensas que el periodismo, pues sí, si es riesgoso.

“La cobertura de víctimas, de corrupción, de horror, nos aleja de nosotros mismos”, escribes en un testimonio donde hablas de tu desplazamiento, ¿Cómo fue el proceso de reencontrarte contigo?

Cuando tomé distancia. (Al principio) puse muchos mecanismos de defensa, ver y cubrir temas de violencia, creo que de alguna manera te va blindando. Pensaba mucho en que era mi obligación estar ahí, porque había muchas víctimas, sobre todo de los pueblos indígenas que habían puesto denuncia en la Tarahumara, y luego me decían que quien le recibía la denuncia era su propio agresor, y ver toda esa desesperanza, toda esta impunidad en el gobierno de (César) Duarte para mí fue muy duro porque jamás reconocieron que hubo un problema fuerte de desapariciones que escaló mucho en ese gobierno y tampoco reconocían que había desplazados, que había pueblos indígenas desplazados. Por otro lado,  estar reporteando la corrupción de medicamentos, en la ganadería, en obras públicas, toda esa corrupción que había, tan cínica, tan evidente, y que no pasaba nada, porque escribes, escribes y escribes y parece que no pasa nada, pero a la vez no te puedes ir porque sientes que el periodismo, para mucha gente, es su última esperanza, de que por lo menos se sepa algo, pero también traes la carga de decir, ‘haber, no puedo escribir todo, cargar con todo’. Creo que me coloqué mal porque nadie nos enseñó a cubrir eso (la violencia) y porque lo hice con lo que tenía a la mano, lo hicimos con lo que teníamos a la mano. Con todo lo que vivimos, la lógica nos llevó a capacitaciones de seguridad física y luego de seguridad digital, porque había efectos emocionales y mentales que yo no estaba reconociendo, porque pierdes el contacto contigo, aparte, la inercia del gremio en el que formé era muy impersonal, de decir ‘no importas tú, importan las fuentes’, y eso lo entiendo, pero eso luego lo trasladamos a nuestra vida personal, y te percibes como el héroe y o la heroína que llegar a salvar. Traes una carga fuerte de responsabilidad, que por eso tú no alcanzas a verte ni a escucharte.

¿Crees que el periodismo crítico está en riesgo?

 Miroslava Breach indagaba, investigaba, escribía de narcotráfico y corrupción hasta que un día la mató una bala.  (ARCHIVO)
Miroslava Breach indagaba, investigaba, escribía de narcotráfico y corrupción hasta que un día la mató una bala. (ARCHIVO)

Sí, totalmente. Sobre todo el que pone en evidencia la corrupción política. Creo que es más fuerte o más riesgoso publicar eso, señalar responsables, ya sea a empresas, o a políticos. También lo que he visto en los últimos años, es el riesgo en el periodismo medioambiental, o de territorios, porque obviamente hay interesados en controlar esos territorios y no sólo los grupos criminales, sino también los grupos empresariales, políticos, y poner esto en evidencia ha generado más riesgo para el gremio periodístico. 

Marcela Turatti en su libro San Fernando: última parada: Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas cita al periodista John Gibler que argumenta que: «En México es más peligroso investigar un crimen que cometerlo».

Sí, exacto, pareciera como si no importáramos, y no porque nuestra vida valga más que otras, sino que la ciudadanía no ha entendido que no nos están matando por ser nosotros, que no no están amenazando o desplazando por ser sólo una persona, sino porque ejercemos (los periodistas) un derecho constitucional que nos corresponde a todos, que es el derecho a la información, e indagamos cosas que se quieren ocultar o que buscan se sepa de manera desinformada.

Durante la conferencia hablaste de que actualmente se ejerce un periodismo alejado de la sociedad, pero muy cercano al poder.

Es que si te pones a ver la historia del periodismo, este ha estado muy cercano al poder, no digo que todos los periodistas, sino los medios fuertes, que tienen más dinero y más penetración en las audiencias, los hegemónicos, tanto la radio, la tele están concentrados en pocas manos, los periódicos impresos son los que tienen más penetración. Y a pesar de que reconozco que toda la violencia ha generado un mejor periodismo en México, porque hay más periodistas críticos, más periodistas mejor enfocados, y mejor preparados para la investigación, con más ética, con más compromiso, los cuales hemos picado piedra, los medios en los que publicamos no tienen la misma penetración que estos medios masivos.

¿Crees que urge reivindicar al periodismo enfocado en derechos humanos?

Premiación. (CORTESÍA)
Premiación. (CORTESÍA)

Yo creo que se reivindica solo en la medida de que más gente o grupos de personas sientan suyo el periodismo, es como la mejor forma de reivindicarlo, no es sólo decirlo, yo no puedo decir que yo soy especialista en periodismo de derechos humanos, porque eso se dio así, osea ya después le pusieron un nombre. La mejor forma de reivindicar un periodismo digno o con enfoque de derechos humanos es ejerciéndolo.

¿Cuál es la importancia de rescatar historias de minorías, como, por ejemplo, la de los pueblos indígenas?

Yo creo que es la mejor forma de entender un país. Ahorita lo que está cobrando relevancia es el periodismo hiperlocal, que quiere decir que la misma gente que vive en su comunidad, en su territorio, cuenta su realidad. Creo que un periodismo global o nacional no se va a entender si no entiendes este periodismo hiperlocal, si no entiendes qué le está doliendo a México en cada rincón, o en cada lugar, porque finalmente las minorías son las más afectadas o las más invisibles y justo ahí es donde puedes entender el sentido de a quién le beneficia la violencia, la corrupción, y la impunidad.

Pasaste por un proceso de violencia y desplazamiento, ahora que ya eres consciente del riesgo de ser periodista ¿Cómo enfrentas al sistema corrupto y a toda esta violencia que viven los periodistas, armada sólo con una libreta?

Ahora con (el medio) Raíchali, la prioridad es la seguridad psicoemocional y mental. Es decir, si vamos hacer una cobertura ruda es, primero, ver cómo nos sentimos, cómo estamos, porque si alguien del grupo está vulnerable, está dudando o tiene miedo, nos vulnera a todos, igual durante la cobertura, va de la mano lo físico con lo mental, si vamos a una zona de riesgo, ahora tenemos consciencia de ese riesgo. Hemos aprendido a hacer análisis de riesgo, análisis de contexto, a tener hábitos psicosociales, y psicoemocionales, y de seguridad. Para mí fue básico tomar distancia de Chihuahua porque ves las cosas distintas, fue como replantearme y reconocer que traía culpas, muchas culpas que como periodistas luego no vemos, por ejemplo, que no podemos tener a la familia en una burbuja. Porque el desplazamiento obviamente cruzó a mi familia, le dolió, fue muy valiente pero le dolió, a mi hija le cambió el proyecto de vida y, después de todo eso, queda mucho la culpa.

Tanto los pueblos indígenas, como los periodistas, podría conectar para concluir esta entrevista: ambos están en constante resistencia…

Sí, los pueblos indígenas fueron mis maestros en la forma de resistir…

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